Jueves de cine en casa Buñuel

Jueves de Cine en Casa Buñuel Representaciones de la conquista de México

 

Nicolás Echevarría, Rubén Imaz, Juan Mora Catlett y Flavio González Mello

 

La tercera temporada del Jueves de Cine en Casa Buñuel, organizada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), la Filmoteca de la UNAM, Cultura UNAM, la Cátedra Bergman y Cultura en Directo UNAM, tuvo en esta ocasión como invitados a Nicolás Echevarría, Rubén Imaz, Juan Mora Catlett y Flavio González Mello, quienes conversaron acerca de las representaciones de la conquista de México en el cine. Durante el diálogo, hablaron principalmente de las adversidades burocráticas y personales a las que se enfrentaron al filmar algún episodio o tema relacionado con esa etapa de nuestro país y de la necesidad de abordar tales consideraciones desde una perspectiva distinta que “escape” de los estereotipos instaurados al respecto durante generaciones.

 

500 años de la caída de Tenochtitlán: un pretexto para repensar a México antes, durante y después de la Conquista  

 

La conversación comenzó con la intervención de Flavio González Mello, quien aludió a la serie de eventos que se están organizando a propósito de los 500 años de la caída de Tenochtitlán frente al ejército del conquistador Hernán Cortés. Mencionó que ello le parece un buen motivo y, desde luego, un pretexto para reflexionar en torno al trabajo cinematográfico que se ha realizado en México y en el mundo acerca del tema: un hecho que, calificó de impresionante y escalofriante al mismo tiempo, porque muestra el modo en que dos mundos completamente distintos y desconocidos entre sí colisionan en el rumbo de la historia y se transforman para siempre. En ese sentido, celebró la organización y realización de eventos como Jueves de Cine en Casa Buñuel que abordan este tema en el séptimo arte.

 

Posteriormente, Nicolás Echevarría habló sobre su primer largometraje de ficción Cabeza de Vaca (México, 1991), basado en la obra Naufragios y comentarios del conquistador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Echevarría se refirió a su película como un ensayo autobiográfico que le permitió transitar de la civilización contemporánea mestiza al mundo indígena. Porque le pareció necesario retratar la otra cara de la Conquista, en la que el conquistador es representado como alguien desalmado y sin religión, que termina adaptándose a los modos indígenas hasta convertirse en un mestizo mexicano dispuesto a deshacerse de toda su memoria y su cultura para incorporarse al otro mundo y sobrevivir. Asimismo, confesó que originalmente gran parte de su inspiración para realizar dicho filme surgió de su interés por el personaje histórico Gonzalo Guerrero, un marino español que se asentó y se asimiló en el seno de la cultura Maya a tal grado de combatir a los propios conquistadores españoles. Empero, la indisponibilidad de recursos históricos y documentales sobre este personaje, lo llevó a optar por el camino de Álvar Núñez sin tener que abandonar su intención cinematográfica  original.

 

Por otro lado, Juan Mora Catlett habló de su película Retorno a Aztlán (México, 1990): el primer largometraje rodado en México hablado completamente en náhuatl y subtitulado al español para su exhibición. Catlett mencionó que el proyecto de representar al mundo previo a la Conquista desde una perspectiva en la que se ofreciera una imagen más real de los indígenas, emergió de pensar al mito como génesis narrativa: “La idea me surgió a partir de un profesor que decía que la dramaturgia europea había surgido de la crítica del mito griego. Si eso es así, entonces la dramaturgia mexicana debería de surgir de la crítica del mito mexicano. Así, revisé los mitos más antiguos de la Ciudad de México, que eran los de los aztecas, y desde ahí traté de construir una película basada completamente en este mundo. Para eso me ayudaron muchísimo el arqueólogo Felipe Solís, curador de la sala Mexica del Museo Nacional de Antropología e Historia y Federico Navarrete, quien trabajaba en la traducción del náhuatl clásico”. Asimismo, reconoció que el proceso para su filmación no fue sencillo. En primer lugar, aludió a la necesidad de abandonar los conceptos europeos, como el de conquista e imperio, para comprender de una manera más acertada al mundo precolombino y luego tejer un puente entre éste y el México contemporáneo occidentalizado, sin despojarse del pensamiento prehispánico. Mencionó que el uso del término conquista para referirse a lo acontecido hace 500 años, le parece incorrecto, pues es un concepto europeo aplicado según los modelos renacentistas de la política europea, que trata de prestigiar a los europeos sobre los pueblos indígenas, dejándolos completamente a un lado para destruir su cultura y su religión. Después, habló de la falta de interés de las autoridades cinematográficas mexicanas en un proyecto como el suyo: acerca de las civilizaciones prehispánicas de México. No obstante, manifestó que a pesar de ello la película ha sido muy vista y aceptada por el público en general.

 

Además, Flavio González Mello destacó los problemas institucionales que atravesó Retorno a Aztlán al intentar inscribirse en los premios Ariel otorgados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), por ser una película hablada en náhuatl. Asimismo, destacó que ello marcó la pauta para que actualmente las películas mexicanas habladas en lenguas originarias -y no únicamente la castellana- sean admitidas en este certamen.

 

Catlett continuó hablando sobre la trayectoria entre Retorno a Aztlán (México, 1990) y Eréndira Ikikunari (México, 2007) como parte de su proyecto histórico-fílmico que comienza en el mundo prehispánico y termina en el mundo contemporáneo desde la dramaturgia mexicana. En el caso de la segunda, señaló las ventajas que tuvo respecto de la primera, al hablar de la cultura purépecha, aún existente. El pueblo purépecha le negó la entrada en numerosas ocasiones hasta que habló con el intelectual más importante de éste, quien tras leer el guion de Eréndira le abrió las puertas. Así, el cineasta mexicano destacó y agradeció la colaboración y apertura purépecha para contar su historia desde sí misma en la pantalla grande, y no desde el punto de vista del historiador europeo. Mencionó que trabajar con ellos le permitió contar muchas claves; por ejemplo, cómo veían a los españoles y retratar al indígena que se ha hecho a un lado por la cultura mestiza. Esa energía fue la raíz emocional de la película, puntualizó.

 

Por su parte, Rubén Imaz habló de Epitafio (México, 2015), una película dirigida en compañía de Yulene Olaizola, sobre un pequeño episodio de la conquista de México a menudo olvidado y desvalorizado: el ascenso de Diego de Ordaz, uno de los capitanes de Hernán Cortés, al Popocatépetl. Imaz mencionó que decidió enfocarse en ese acontecimiento debido a la amplitud y complejidad del fenómeno de la conquista de México y por cuestiones presupuestales, que en ocasiones impiden que se retrate todo el proceso de este acontecimiento en una sola cinta. “La Conquista es un proceso muy complejo y es imposible explicar todo desde el cine. De alguna manera, estamos obligados a encontrar las cosas que nos permitan representar a la Conquista, sin tener que abordarla en su totalidad. Además, pienso que de pronto la historia de Ordaz parece no ser tan importante y hasta obviada; y, bueno, esa posibilidad creativa es lo que despertó mi interés como cineasta en ese acontecimiento”.

 

 

La conquista de México: entre el cine y la historia

 

Rubén Imaz habló de las problemáticas de hacer cine sobre la Conquista en medio de un campo minado por los estereotipos. Él considera que cada persona tiene su propia lectura sobre este acontecimiento y con la que se siente cómoda. Por ello, invitó a acercarse a la historia con la finalidad de ampliar el horizonte de comprensión propio mediante la lectura de las diferentes perspectivas que ésta nos ofrece. En ese sentido, afirmó que las películas están sujetas a diferentes interpretaciones, lo cual, desde luego, dijo no parecerle un problema sino más bien una virtud. “Somos cineastas y no historiadores. Nosotros tratamos de vivir en carne y hueso la Conquista, buscando experiencias de vida, jugando a meternos en los zapatos del personaje. En el cine, es imprescindible hacer ese esfuerzo como inventor de historias, quitándonos los tabúes y teniendo claro que no hacemos películas sobre la Conquista para dictaminar lo que verdaderamente ocurrió. Así es cómo yo creo que el cineasta se debe acercar a un fenómeno como éste. Yo pienso que se debe entender a la Conquista no como un tema sino como un género o un subgénero, así como los norteamericanos entienden el western. Los cineastas, después de todo, venimos a explorar a la Conquista y no a ser juez de ella”.

 

Por su parte, Juan Mora comentó que el camino que ha seguido para representar el fenómeno de la Conquista desde la cinematografía ha sido abandonar el terreno del naturalismo fotográfico y cinematográfico, para optar por una veta mucho más narrativa, que le ofrece más posibilidades creativas. Así como alejarse de los clichés europeos y los hollywoodenses y de su manera de hacer cine para sorprender al espectador desde la propia técnica, puntualizó. También hizo hincapié en la necesidad de voltear a ver a todas las historias que se nos ofrecen fuera de la cultura mestiza, pues con frecuencia se espera y se recurre a la visión extranjera para expresar nuestra propia cultura y hacer cine.

 

Comentarios finales

 

Nicolás Echevarría mencionó que uno de los problemas a los que se enfrentan los cineastas al hacer cine sobre algún suceso histórico, es la indeterminación de los mecanismos para realizar películas que reflejen de alguna manera la historia de nuestro país. “El suceso más representado en el cine ha sido la Revolución mexicana: los mismos sectores y escenarios. Tenemos una riqueza histórica impresionante y, sin embargo, nos ha costado mucho representarla; en parte, por la falta de apoyo del Estado. La Conquista la hemos retratado de algún modo, pero hace falta hacerlo sin tener esa idea de que estamos de un lado (los españoles) o del otro (los indígenas), cuando somos las dos cosas. Yo creo que lo que deberíamos celebrar es el mestizaje. Realmente hemos sido afortunados por lograr hacer una película sobre este tema en medio de tantos estereotipos”.

 

Por su parte, Rubén Imaz reconoció que tras el rodaje de Epitafio (México, 2007) se despertó en él cierto interés por continuar haciendo películas sobre algún acontecimiento histórico y expresó la necesidad de que las instituciones cinematográficas nacionales ofrezcan los espacios y el apoyo óptimos a los realizadores interesados en abordar algún suceso de esa temática, pues es menester que los mexicanos cuenten su historia desde una postura crítica y no desde la visión extranjera.

 

Por último, Juan Mora hizo referencia a la labor de investigación que se debe llevar a cabo cuando se hace cine sobre temas históricos y el tiempo que ello implica; factor que, también debe ser considerado tanto por los realizadores como por el Estado al emprender algún proyecto fílmico de este tipo.

 

Próxima sesión de Jueves de Cine

 

En la siguiente sesión de la tercera temporada de Jueves de Cine en Casa Buñuel contaremos con la presencia de  Astrid Rondero (Los días más oscuros de nosotras, 2017), Julián Hernández (Rencor tatuado, 2018) y Alejandro Zuno (Oasis, 2017), para charlar sobre el tema: Contar historias de diversidad,  el 17 de junio a las 18:00 horas, a través del canal de YouTube de Cultura en Directo.UNAM https://www.youtube.com/channel/UCaMdRYi_sm-7IJjG0FALJrA