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Jueves de Cine en Casa Buñuel: Mariana Rodríguez, Paloma López Carrillo y Miguel Schverdfinger

 

La quinta sesión de la tercera temporada del Jueves de Cine en Casa Buñuel, organizada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), la Filmoteca de la UNAM, Cultura UNAM, Cultura en Directo UNAM y la Cátedra Ingmar Bergman en Cine y Teatro, tuvo como invitados a Mariana Rodríguez, Paloma López Carrillo y Miguel Schverdfinger, quienes conversaron acerca de la edición, uno de los momentos más importantes del proceso cinematográfico. A lo largo del diálogo, se habló del trabajo del editor en sus diferentes versiones, desde el proceso de edición en el documental, hasta la enseñanza en las aulas de este oficio y el modo en que este atraviesa la vida de los creadores.

 

El documental y la edición

 

Uno de los temas recurrentes a lo largo de la conversación fue la edición del documental. Iniciaron por el repentino regreso de Miguel Schverdfinger a este género fílmico desde Un día menos (México, 2009). Ante el interés de Mariana Rodríguez por este acontecimiento, Schverdfinger se refirió a la cinta de Dariela Ludlow como una obra original y trascendente en su vida que le implicó e invitó a tomar muchos riesgos cinematográficos. Tras esa experiencia, no deseó volver al documental convencional que implicaba ver entrevistas, seguir ciertas estructuras y un largo etcétera. En ese momento, sintió que había concluido una etapa y necesitaba asumir retos nuevos. Sin embargo, en el nuevo documental estadounidense, en el que trabaja actualmente, halló nuevos desafíos en los que se desembaraza de las estructuras convencionales del mundo de la edición. Pues, después de todo, para el argentino: “El cine está basado en observar y compartir con los demás. De modo que, se construye a partir de ciertas premisas y observaciones, que al final, de alguna manera sirven para deslegitimizar el concepto de realidad.”

 

Por otro lado, Paloma López confesó que su adherencia a la edición del documental se debe a su suerte laboral. Desde La jaula de oro (España-México, 2013) de Diego Quemada-Díez, película de ficción y primera que editó, los llamados a editar cine de archivo han sido constantes, particularmente con el documentalista mexicano Everardo González con quien dijo, además, trabajar con mucha libertad; hasta el año pasado que volvió al mundo de la ficción al editar El hoyo en la cerca (México, 2020) de Joaquín del Paso. Asimismo, mencionó que para ella la diferencia entre editar documental y ficción radica principalmente en la cuestión de la verdad. Es decir, “en el documental la realidad de alguna manera ya nos da verdad. No tienes que hacer parecer a los seres humanos, seres humanos, porque ya lo son. Ya tienen su personalidad. […] En ese sentido, la verdad del personaje brinda mayor seguridad, pero al mismo tiempo exige un mayor trabajo de síntesis, selección de material y narrativa. En cambio, en la ficción buscas que los actores parezcan seres humanos. Y creo que eso es algo muy complejo: encontrar la verdad en el actor.” Exclamó.

 

Lo anterior le permitió a Mariana Rodríguez formular una pregunta para Paloma López sobre esta supuesta verdad ya dada en los personajes del documental. Pues, considera que, el acto de la cámara genera por sí misma la actuación en quienes la tienen enfrente, sesgando con ello la transmisión de esa verdad intrínseca de la que la editora de Everardo González habló. A propósito, la misma reconoció que, desde luego, eso sucede, pero considera que es precisamente en ello donde se muestra la genialidad del director: “Es verdad que nos ponen una cámara enfrente y entramos en personaje, pero creo que justo esa es la maestría del director de documental. Es decir, lograr traspasar esa barrera en la que la cámara deja de estar. Asimismo, como editores, es imprescindible la compasión hacia los personajes, liberarnos de nuestros prejuicios y dejarnos guiar por la intuición; porque si uno llega con éstos a la mesa de edición, nos perdemos de la verdad del material y no nos dejamos sorprender por la película. Particularmente, eso es lo que más me gusta de editar, entrar a un universo que yo no conozco y que conoceré.”

 

Tras ello, Miguel Schverdfinger puso sobre la mesa el caso de Yermo (México, 2020) de Everardo González, donde la presencia de la cámara no parece haber sido un obstáculo para que los personajes se mostraran con verdad, gracias a las diferencias lingüísticas entre éstos y el director. No obstante, la editora de la cinta mencionó que ésta significó arrojarse a un vacío lleno de incertidumbre, pues no fue pensada ni filmada como documental, lo cual implicó bastantes dificultades de edición.

 

Los placeres y retos de la edición

Los participantes también revelaron los placeres y disgustos de su profesión según su experiencia. El editor argentino se refirió al proceso de edición como lo más gratificante y al resultado como aquello que le disgusta: “Me gusta muchísimo la edición. Sin embargo, una de las cosas que hace que me guste, tiene como consecuencia que también a veces no me guste. Algo que me gusta mucho es el cambio que viene con las películas, pues las exigencias y el trabajo de edición siempre son distintas en cada una. En mi caso, lo que más disfruto es el proceso y no el resultado, pues este es solo una oportunidad para la autocrítica porque el tiempo hace que veamos lo que no pudimos ver en ese momento.” Último aspecto en el que Rodríguez coincidió plenamente, pues también al ver su trabajo sólo nota los errores. Sin embargo, reconoció que gozó mucho estar en Berlín y ver Lake Tahoe (México, 2008) de Fernando Eimbcke.

A diferencia de los editores argentinos, Paloma López Carillo disfruta mayormente ver la película completa que el proceso, pues este le resulta el momento más confrontativo consigo misma: “Me gusta ver la película con gente porque me convierto en espectadora, pues hay películas que uno no quisiera editar sino que quisiera ver.”

 

El inicio de una película: la primera pieza del editor

A propósito de Estación 14, la película más reciente de Diana Cardozo y editada por Mariana Rodríguez, Schverdfinger señaló la importancia y la fuerza que tiene el inicio de una película. Por su parte, la editora argentina admitió su ignorancia de principio, al decir que no sabe con certeza qué es lo que busca para el comienzo de una cinta. No obstante, admitió que existe cierta tendencia explicativa en el primer acto de las películas, que acaba presentando demasiado a los personajes y a las situaciones por temor a que no se transmita lo que exactamente quiere decir el director o directora. Con ello, se olvida que en ocasiones no es necesario explicar tanto y que en la presentación de pronto es mejor arrancar desde el desnudo. “En el caso de Estación 14 lo que yo sentí es que había una necesidad de presentar al pueblo, a la familia… y se perdía un poco la idea esencial: el descubrimiento de un mundo violento en sus diferentes niveles. Entonces, tras un proceso muy largo, decidimos cambiar el inicio de la película. Pero, en general, pienso que en los comienzos hay que intentar llegar más al corazón y menos a la explicación.”

 

El editor y su relación con el director

A lo largo de la conversación se hizo hincapié en la colaboración y comunicación del editor con el director para lograr un resultado óptimo. En ese sentido, Paloma López Carrillo mencionó que es muy enriquecedor trabajar con varios directores porque eso permite el intercambio de opiniones y evita la mecanicidad en su trabajo. Pero, al mismo tiempo, reconoció que editar es algo complejo, en tanto que, el editor aporta desde su individualidad, pero sin imponer nada al material, el cual es preciso entender y escuchar desde su naturaleza y teniendo en cuenta la perspectiva del cineasta. Por ende, los editores no imponen nada al material sino que se dejan guiar por él, afirmó.

Por otra parte, Miguel Schverdfinger dijo tener muy presente en cada película que trabaja para un director específico. Pero, también reconoció la necesidad de “faltarles un poco al respeto a los directores no dejando de proponer.” Así, enfatizó que lo más importante para él, más allá de todo lo demás, es que la película resulte lo mejor posible, y, para ello es imprescindible insistir con las propuestas: entender a dónde quieres llegar y entonces proponer.

Por último, Mariana Rodríguez puso la mira en la contribución que se origina a partir del cruce de las diversas miradas en una obra y habló de la edición como una especie de segunda escritura y una reflexión acerca de lo que ya está; pues una cosa es la intención primera y otra lo que tienes enfrente. “Herzog decía algo muy bonito: la cámara percibe cosas que el ser humano que está detrás de la cámara no ve. Y, entonces, en el cuarto de visión es cuando se puede de pronto observar. Por eso me parece que la suma de miradas aporta mucho a la obra, porque un editor es ese ser que mira para eslabonar, esto es, para que se haga una obra.” Afirmó la argentina.

 

La edición y la enseñanza

Ante el interés del público en el ámbito pedagógico de la edición, los editores de cine destacaron algunos aspectos importantes en la enseñanza de este bello oficio. Aunque, todos admitieron que no hay una fórmula secreta ni precisa de llevar a cabo esta labor. En el caso de Miguel Schverdfinger y Mariana Rodríguez, la impartición de cursos y clases profesionales, respectivamente, fueron su referencia al hablar de este tema. El editor de Hamaca paraguaya (Paraguay, Paz Encina, 2006) mencionó que en los talleres de edición que ha impartido a estudiantes universitarios, le gusta incluir una parte teórica y otra práctica: editan juntos, ven las diferentes versiones de una cinta y las discuten. En cambio, sorprendentemente, reveló que, en la parte teórica, procura hablarles de otra cosa menos de cine, por ejemplo: de la percepción de la realidad, del sentido del tiempo y hace mucho hincapié en que el tiempo cronológico no es el único posible en la cinematografía. Pues, para el argentino el cine es un proceso de pensamiento.

Por su parte, Mariana Rodríguez confesó que, aunque ha impartido clases durante varios años, aún se cuestiona sobre su método y desempeño en el campo de la enseñanza: “Lo que yo hago es trabajar mucho entorno a la mirada mediante ejercicios propios y lecturas. A mí me gusta mucho Bergman y de pronto también me expongo yo con mis cortos para criticarlos constructivamente. Y, entonces empezar a hacer lo mismo con lo que tienen ellos. Es muy importante que aprendan a escuchar y a criticar las obras de los otros y las suyas, sin sentirse lastimados.” Asintió.

Por otro lado, López dio su opinión desde la otra perspectiva, es decir, como estudiante, y habló de la relevancia de la instrucción en el análisis dramático para los editores. “No sé cómo enseñaría, pero tomo un curso de análisis dramático y eso me ha dado muchas bases para editar. Me ha ayudado a tener un método para que no todo sea aleatorio o cuestión de inspiración. Y aunque podemos prescindir de las estructuras, también son necesarias para editar. En general, mi recomendación para todos los editores es que tomen un curso de análisis dramático”, puntualizó.

Para concluir, Paloma López Carrillo enfatizó la riqueza del diálogo entre los editores para el desarrollo de su oficio y habló de la duda como un aspecto característico de su quehacer al que le ha tomado gusto: “Lo que más me gusta de editar es la duda: es algo que me gusta, pero al mismo tiempo me asusta. Cuando la película va tomando su propia forma y su personalidad, para mí es muy satisfactorio. Considero que cada una de las películas es como una forma de crecimiento espiritual y obedece a esa necesidad de conocer el mundo y al ser humano.” Finalizó.

Por último, Miguel Schverdfinger confesó que es necesario “cerrar los ojos un rato largo, para luego abrirlos y volver a mirar esos lugares que ya hemos dejado de mirar en el cine”. Pues, considera que últimamente la cinematografía se ha vuelto repetitiva, sobre todo la comercial, y se ha quedado atascada en la repetición de las formas que le resultan cómodas, abandonando los riesgos y el asombro que caracteriza esencialmente al séptimo arte.

 

Próxima sesión de Jueves de Cine

 

En la siguiente sesión de la tercera temporada de Jueves de Cine en Casa Buñuel Ángeles Cruz (Tamara y la catarina, 2016; de Lucía Carreras), Gerardo Taracena (El violín, 2005; de Francisco Vargas) y Nicolás Rojas, realizador de Música para después de dormir (2013) con el tema: La representación desde la mirada del mundo indígena.

 

La sesión se realizará el 20 de mayo a las 18:00 horas a través de Cultura en Directo.UNAM YouTube https://www.youtube.com/channel/UCaMdRYi_sm-7IJjG0FALJrA