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Jueves de Cine en Casa Buñuel: Alberto Cortés conversa con Lucía Gajá

 

Las charlas de Jueves de cine en Casa Buñuel, organizadas por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), la Filmoteca de la UNAM, Cultura UNAM, la Cátedra Bergman y Cultura en Directo UNAM, concluyeron su tercera temporada con la presencia de Alberto Cortés y Lucía Gajá, a una década de la Cátedra Ingmar Bergman y a tres de Amor a la vuelta de la esquina.

 

Para comenzar, Lucía Gajá habló sobre los logros de la Cátedra Ingmar Bergman en cine y teatro, a 10 años de su creación. Para la realizadora, la Cátedra ha sido un espacio muy fructífero en el que se han producido e incentivado numerosos encuentros entre la creación contemporánea y un lugar lleno de oportunidades para ver y dar a conocer los saberes generados en el cine y en las artes escénicas, tanto para la comunidad artística como para el público en general y los estudiantes. Además, de manera personal, reconoció que la Cátedra ha sido para ella un sitio de aprendizaje en el que ha podido disfrutar, atender y hasta llevar a cabo la práctica docente en diversos talleres, y se refirió a su diversidad como la mejor de sus cualidades, pues ello le posibilitó acercarse a diferentes narrativas.

 

Tras ello, Gajá cuestionó a su interlocutor, Alberto Cortés, sobre el trabajo del realizador en la época de Amor a la vuelta de la esquina (México, 1986), el primer largometraje del cineasta mexicano y ganador del III Concurso de cine experimental. A propósito, Cortés dijo que el auge de los concursos y los festivales de ese tiempo se debía a la inaccesibilidad de las generaciones jóvenes interesadas en el cine a la industria cinematográfica mexicana, pues estos les permitieron hacer cine de manera independiente, es decir, sin las instituciones estatales, generando oportunidades creativas para los realizadores que no pertenecían al gremio de organismos como el Imcine. Además, reconoció que los concursos de ese tipo posibilitaron la realización y la propuesta de un cine distinto al de ficheras, que era la clase de filmes que se producían principalmente a finales de la década de los ochenta. Así, mencionó que en Amor a la vuelta de la esquina le interesaba mostrar el reverso de la prostitución femenina, a través del retrato de una mujer que fuera dueña de su propio destino y que tuviera una presencia y un lenguaje corporal fuerte y no simplemente como un objeto del albur.

 

Por su parte, la realizadora añadió la preeminencia e importancia de la figura femenina en el trabajo fílmico de Cortés y que, en su opinión, comienza a apreciarse desde su primera cinta, pasando por Ciudad de ciegos (México,1991) y hasta Corazón del tiempo (México,2008), ofreciendo una representación de lo femenino y de su sexualidad muy distinta a la convencional.

 

Alberto Cortés como documentalista

 

A propósito del interés de Lucía Gaja en el trabajo documental de Cortés, el realizador habló de los inicios de su incursión en la cinematografía, cuando no se distinguía propiamente entre el cine de ficción y el documental o entre formas de hacer cine concretas. Así, confesó que más que seguir una estructura específica como realizador, son los propios temas los que de manera intrínseca solicitan el modo en el que tienen que ser contados: “Por ejemplo, en Corazón del tiempo, cuando yo entré a un pueblo zapatista para meterme en el problema de la realidad y ver lo que estaba pasando, me percaté de que eso no podía ser contado de otra manera más que en ficción, pues ahí no cabía el documental. Además, en ocasiones la realidad es muy avasallante. Cuando hice Amor a la vuelta de la esquina, unos meses después del terremoto de 1985, se nos cayeron literalmente las locaciones y procuré que en la película no se viese una Ciudad de México derruida; entonces fue necesario ocultar un poco ese desastre”, admitió.

 

También, Cortés habló un poco acerca de su primer cortometraje documental La tierra de los Tepehuas (México,1982), realizado como parte de un proyecto del Instituto Nacional Indigenista dedicado a retratar a los pueblos originarios de México: “Durante esa época, en el mundo documental estaba muy en boga la idea de darle la voz a quienes no la tenían: los pueblos originarios. Sin embargo, a mí ello me parecía poco, pues creí que no solo debíamos darles la voz sino también la imagen. A partir de esa reflexión le propuse a la comunidad Tepehua que reprodujéramos en la película el fenómeno migratorio bajo el que ella se fundó. Y, bueno, confieso que desde ese momento he tenido la intención y ganas de hacer películas de ficción con las historias de los pueblos originarios como pasó después en Corazón del tiempo (México, 2018). Entonces, para mí siempre hacer ficción y documental ha sido algo que se puede juntar y mezclar y no algo completamente separado”.

 

Corazón del tiempo, un modo distinto de hacer cine

 

Alberto Cortés discutió acerca del proceso creativo de Corazón del tiempo; una película que, reconoció Gajá, ofrece una perspectiva peculiar del Movimiento Zapatista. En principio, mencionó que se acercó a la comunidad zapatista con una adaptación de la novela de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo, sobre una niña zapatista. Sin embargo, pese a que su propuesta fue aceptada por los zapatistas inicialmente, el realizador tuvo que hacer méritos para obtener la aprobación y permiso de toda la comunidad para filmar. De ahí, dijo Cortés, surgió la idea de organizar un cineclub que duró aproximadamente cuatro años, en el que se proyectó la colección de cine mexicano y las cintas de Chaplin que resguarda la Filmoteca de la UNAM y que le permitió acercarse a ellos, no precisamente como cineasta sino como exhibidor. Asimismo, el realizador mencionó que en el transcurso de esa aventura por conocer a los zapatistas de esas tierras, fue modificando el guion inicial en colaboración con el mismo pueblo hasta decidir que todos los actores en escena tendrían que ser zapatistas. Tras ello, surgió la iniciativa de organizar talleres de actuación, de la mano del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena, para quienes quisieran participar en la película.

 

El maíz en tiempos de guerra (México, 2016): una experiencia vital

 

Alberto Cortés se refirió al quehacer cinematográfico como una experiencia que le ha permitido ir más allá de la mera disciplina, convirtiéndose más bien en una experiencia vital transformadora. En el caso de El maíz en tiempos de guerra, mencionó que la concibe como un internegativo de Corazón del tiempo, pues la convivencia con el pueblo zapatista durante la filmación de la última le permitió confirmar la importancia del maíz en la cultura de los pueblos originarios mexicanos. Asimismo, confesó que El maíz en tiempos de guerra encuentra su origen en la emergencia del maíz transgénico de Monsanto, como un filme que no denuncia políticamente hablando el avasallamiento de esta industria, sino que tiene la intención de mostrar el valor del patrimonio cultural que se podría extinguir con la entrada comercial a México de los alimentos modificados genéticamente, a través de la narración de la vida campesina de cuatro familias indígenas, haciendo hincapié en su relación con la tierra y con el territorio: una huichola, una mixe y dos tzeltales.

 

La experiencia estética en la filmografía de Alberto Cortés

 

Lucía Gajá destacó la belleza del trabajo fotográfico y de edición en los filmes de Cortés. El cineasta mencionó que a lo largo de su carrera ha tenido diferentes experiencias y retos en ese ámbito. En Ciudad de ciegos, una película filmada íntegramente en foro, Cortés admitió que desde el principio tuvo con ella una intención estética muy importante que se ve reflejada, por ejemplo, en la elección de colores para cada una de las historias relatadas y en el uso de la cámara. En ese sentido, dijo que esa película es una propuesta narrativa completamente estética.

 

Asimismo, reconoció el esfuerzo y la genialidad del fotógrafo Marc Bellver en Corazón del tiempo en cuestiones de iluminación y de representación, pues para el cineasta era muy importante hacer una cinta que reflejara la naturalidad imperante en los zapatistas y en su entorno cotidiano: la selva Lacandona.

 

Al respecto de la música, Gajá rescató una cita de Alejandro Pelayo (director, guionista y productor de cine) en su obra La generación de la crisis: el cine independiente mexicano de los años ochenta, donde se refiere a la música de Amor a la vuelta de la esquina como la música de la ciudad. En ese sentido, Alberto Cortés dijo que la música es la mejor compañera del cine porque son dos artes que se desarrollan en el tiempo y se complementan. En cuestiones de organización, confesó que en ocasiones le gusta tener la música antes de comenzar a filmar para luego mostrársela a los actores y en función de ello comenzar el rodaje.

 

Cortés reiteró que el trabajo fílmico debe ofrecer necesariamente una propuesta estética de manera esencial y no secundaria, porque el cine tiene una connotación artística, e invitó a los realizadores mexicanos a “reconciliarse” con el público, pues le parece que la experiencia estética se consuma al compartirse con este. Desafortunadamente, hoy en día se ha desvalorizado la importancia del espectador en la industria fílmica y, más bien, en palabras de Paul Leduc, se están creando cada vez más cineastas sin público: un fenómeno que acontece a menudo en la industria fílmica nacional.

 

Consideraciones finales

 

Al final de la conversación, Alberto Cortés habló del “compromiso” del cineasta como algo comúnmente reducido a la esfera social y política, bajo la idea de que el cine es un espejo de la realidad. Sin embargo, él piensa que esencialmente este es más bien ético y estético y se manifiesta en la manera en que el creador se relaciona con las personas involucradas en la filmación desde la narrativa. “Entonces, creo que en principio el compromiso es artístico y cinematográfico, y si ello lo hacemos bien y con honestidad, inevitablemente tendremos un compromiso político y social. Además, el cine nos exige llegar mucho más allá de los intereses políticos y sociales que pudiésemos tener”, puntualizó.

 

Por último, Cortés mencionó que actualmente se encuentra escribiendo una película sobre la Ciudad de México y habló de su vida en el cine como un proceso que no ha sido fácil personalmente hablando al trabajar con su familia, pues las diferencias a menudo se presentan. Sin embargo, reconoció que también ha sido muy gratificante trabajar con su esposa como diseñadora de arte o con su hijo que, además de sonidista es un gran actor, pues considera que de manera personal el cine es una conexión entre él y su familia.

 

La tercera temporada de Jueves de Cine en Casa Buñuel reunió a destacados hacedores del séptimo arte como las cineastas Kenya Márquez, Lorenza Manrique, María del Carmen de Lara, Astrid Rondero; los diseñadores de sonido Fernando Cámara, Lena Esquenazi, Miguel Hernández; las actrices María Rojo, Arcelia Ramírez, Ángeles Cruz; actores como Gerardo Taracena; y realizadores como Everardo González, Nicolás Rojas, Julián Hernández y Alejandro Zuno, entre otros; logrando acumular durante las nueve sesiones de esta temporada, un total de 13,841 reproducciones en los canales de YouTube y Facebook de Cultura en Directo UNAM, la Filmoteca de la UNAM y la Cátedra Bergman en cine y teatro.

 

Esta iniciativa es una colaboración entre la AMACC, Cultura UNAM, Cultura en Directo. UNAM, la Filmoteca de la UNAM y la Cátedra Ingmar Bergman en cine y teatro, y forma parte de la campaña #CulturaUNAMEnCasa.