El director soviético Serguei Eisenstein llegó a México en 1930 con la idea de filmar una cinta que mostrara una imagen profunda de la historia y cultura de nuestro país. Su interés por México surgió unos años antes tras su fascinación de ver las fotografías de una revista alemana sobre la fiesta del Día de Muertos, gracias al ambiente cultural y periodístico que se había desenvuelto en varios países europeos por el tema mexicano. Durante dos años, Eisenstein recorrió la República Mexicana para filmar lo que compondría su cinta documental que resultaría inconclusa. Uno de sus principales intereses fue mostrar la belleza cultural del país, sus festividades y el folclor de sus tradiciones, como el caso del Día de Muertos y la peculiar manera en que sus habitantes realizaban semejante celebración a la muerte.