Homenaje a Paul Leduc: imágenes insurgentes

Paul Leduc

PAUL LEDUC

 

El cine de Paul Leduc exige de sus espectadores dos formas de compromiso: el ideológico, al mostrar con acento crítico las desigualdades, resistencias y luchas que ocurren en el país y el continente; y el estético, en el que busca el diálogo desde imágenes arriesgadas y desconcertantes, justo las que hacen trascendente una filmografía.

Educado por la izquierda clásica mexicana, Paul Leduc Rosenzweig (11 de marzo de 1942 – 21 de octubre de 2020) tuvo sus primeros intereses en la arquitectura y el periodismo, disciplinas que después convergieron en una idea integral de lo cinematográfico, donde importa tanto la urgencia del tema como la pericia en la mirada.

 

En los años sesenta hizo estudios de arquitectura en la UNAM, donde también fue promotor de cine clubes. En 1965 consiguió una beca en el Instituto de Altos Estudios de Cinematografía de París; además tomó clases de teatro con Seki Sano y de cine etnográfico con Jean Rouch.

Inició su carrera en un ambiente efervescente: al mismo tiempo ocurrían los Juegos Olímpicos de México y el movimiento estudiantil de 1968. Leduc participó en ambos: desde el grupo Cine 70, que creó con la productora Bertha Navarro, el fotógrafo Alexis Grivas y el montajista Rafael Castanedo, produjo cortos documentales para el Comité Olímpico; con este último también codirigió los Comunicados Cinematográficos del Consejo Nacional de Huelga producidos por el CUEC; asimismo fue parte del equipo que creó el documental El grito de Leobardo López Aretche y fue productor asesor de México, la revolución congelada (1970), del argentino Raymundo Gleyzer.

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De 1970 es su ópera prima, Reed, México insurgente, que adapta el reportaje homónimo sobre la Revolución mexicana del periodista estadounidense John Reed. En esta película Leduc propone un discurso desafiante a un tema clásico de la cinematografía nacional, con un ánimo que rebasaba el discurso oficial de la época. Por esta cinta mereció el premio Georges Sadoul de Francia a Mejor filme extranjero.

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Desde entonces Paul Leduc mira desde una perspectiva que confronta: exhibe el deterioro de la cultura y la identidad otomí en Etnocidio: notas sobre el Mezquital (1976); hace su crónica personal de la guerra civil en El Salvador con Historias prohibidas de Pulgarcito (1980); acompaña a los jóvenes marginales de las periferias de la Ciudad de México en ¿Cómo ves? (1986), película que no sin ironía dedicó al Fondo Monetario Internacional; pero también se dio la oportunidad de explorar su afición melómana en su Trilogía musical: Barroco (1988), que adapta la novela Concierto barroco, de Alejo Carpentier, Latino Bar (1991), adaptación de la novela Santa de Federico Gamboa o Dollar Mambo (1993), que aborda la invasión de Estados Unidos a Panamá.

 

Acaso su película más reconocida, Frida, naturaleza viva (1984), tuvo dos consecuencias importantes: además de hacer un retrato de la entonces poco conocida pintora Frida Kahlo, así como de su militancia y las dinámicas de la izquierda mexicana de la primera mitad del siglo XX, también dispara el interés del mundo por la obra de esta artista plástica.

Leduc también abrevó en la animación, en la que destaca su cortometraje didáctico La flauta de Bartolo o la invención de la música (1997), además de otros cortos que hizo para la SEP.

 

La última película de Paul Leduc, Cobrador: In God We Trust (2006), adapta cuentos del brasileño Rubem Fonseca y anuncia la violencia sistemática y clasista de los últimos tiempos.

PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS

 

Paul Leduc mereció reconocimientos entre los que destacan seis premios Ariel, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2013 y el Ariel de Oro por trayectoria en 2016. Su discurso de aceptación de este Ariel ha sido una de las reflexiones más importantes del cine mexicano contemporáneo. Fue tan controvertido que obligó a que se interrumpiera la transmisión televisiva, y acaso condensa muchos de los retos de las historias que se filman en nuestros días:

“Ahora se filma para los festivales. (…) los cineastas actuales ignoran el público al que se dirigen porque nunca le han permitido conocerlo realmente, relacionarse con él. ‘La culpa es del público, que no quiere ver cine mexicano’, se dice. Quizá en este caso así sea. El público de hoy no es el de antes, el de la época de oro. El del cine de estreno a cuatro pesos. Hoy no prefiere lo mexicano. Hoy no le gusta lo mexicano. Hoy quizá ya no quiere ser mexicano. Cabe preguntar quién, cómo y por qué se formó así ese público”.

Hombre callado, que muchos describen de misterioso, pero con un humor socarrón y concentrado, Paul Leduc hizo de la independencia cinematográfica una cruzada política y estética. Muchos de nuestros temas actuales no podrían entenderse sin él: la recuperación histórica de las ideologías no hegemónicas, el reconocimiento de las comunidades y las juventudes bajo amenaza y en resistencia, el desafío desde las imágenes experimentales, que confrontan planos y secuencias convencionales, pero sobre todo la voz en permanente libertad y disidencia.

 

El cine de Paul Leduc siempre fue arriesgado e insurgente, de obligada revisión para renovar las historias y las miradas contemporáneas.

 

A un mes de su fallecimiento, el Instituto Mexicano de Cinematografía, en conjunto con la Filmoteca de la UNAM, ofrece un recorrido por la filmografía de este realizador con siete títulos: Cobrador: In God We Trust, Etnocidio: Notas sobre El Mezquital, Los animales, La flauta de Bartolo o la invención de la música, ¿Cómo ves?, Reed, México insurgente y Comunicados del Consejo Nacional de Huelga 1, 2 y 4, los dos últimos en resguardo de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México,